Las investigaciones de Molina y Rowland, en particular, determinaron que los clorofluorocarbonos son una amenaza para la capa de ozono. Estos compuestos, también conocidos como CFC o freones, se encuentran en los aerosoles, en los aires acondicionados y en los sistemas de refrigeración.
De acuerdo con la academia, estos hallazgos revelaron la conexión de la actividad humana con el ozono y el clima, pues la destrucción de la capa alrededor de la Tierra permitiría la entrada de radiaciones peligrosas para la vida y, al mismo tiempo, la concentración de este gas en la atmósfera aumenta la temperatura global.
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